El modelo social norteamericano – por Edmundo Fayanás

Existe una amplia literatura sobre la superioridad del modelo social norteamericano. Muchos de nuestros políticos nos hablan con admiración de esta sociedad y nos la presentan como ejemplo a seguir. Todo ello adornado con las películas que nos hablan de una sociedad idílica. Pero analicemos que hay de verdad y de ficción en la misma.

Comenzare haciendo un poco de historia y remontándome a la década de 1920, donde se produce lo que se ha denominado Edad de Oro. Algunos norteamericanos alcanzaron unos grandes niveles de riqueza, pudiendo contemplarse magníficos palacios con multitud de criados, mientras que aumentaban de forma escandalosa las desigualdades sociales. Una clase obrera norteamericana que sufría en sus carnes unas pésimas condiciones de vida y un fuerte aumento de la marginalidad de amplios sectores de la población. Esta época es la máxima expresión del neoliberalismo económico con sus secuelas sociales.

Tras el desastre de 1929, se abandona las prácticas neoliberales y se empiezan a aplicar las teorías keynesianas, con el New Deal. En ellas, el Estado pasa a ser un factor importante en la economía, produciéndose una planificación económica y un cierto equilibrio entre el Estado y la iniciativa privada. Esta política keynesiana consigue nuevamente un mayor desarrollo económico, al mismo tiempo que desarrolla un mayor equilibrio social.

El New Deal tuvo en la sociedad norteamericana un impacto muy profundo, pues no solo repercutió en la recuperación económica, sino que vino a marcar un nuevo modelo social. Impuso que las retribuciones se rigieran por unas normas de relativa equidad, que se han mantenido a lo largo del segundo tercio del siglo XX. Esta política keynesiana propició la aparición de amplias capas de clases medias en la sociedad norteamericana y una atenuación de las desigualdades sociales, con un mejor reparto de la riqueza.

En ésta época, las grandes compañías actuaban más como modelos sociales que como despiadados capitalistas, donde sus ejecutivos se comportaban más como burócratas guiados por el bien común que como tiburones de los negocios.

A partir de la década de los setenta, la situación cambia con la aparición de la escuela de Chicago y el resurgimiento del neoliberalismo duro y puro. No ya sólo como modelo económico sino con su plasmación social. Esto llevó a la aparición, en su concreción política, de los Ronald Reagan, George Bush, Margaret Thatcher, etc.

Resulta imposible entender lo que está sucediendo en los Estados Unidos si no se comprende la dimensión, las causas y las consecuencias del enorme avance de las desigualdades sociales, registrados en las tres últimas décadas. Bien la concentración de rentas y riquezas en unas pocas manos y el deterioro social que esto conlleva.

La concentración de ingresos en los grupos sociales privilegiados es una de las razones claves por las que los Estados Unidos, a pesar de sus logros en el ámbito económico, sufre más pobreza y una esperanza de vida más bajo que las principales naciones avanzadas. La cada vez mayor concentración de riqueza ha modificado el modelo social y político. En esa concentración es la que está en el origen y la raíz del bandazo general hacia la derecha.

En los últimos treinta años, la mayoría de la población apenas ha visto mejorar su nivel adquisitivo. El salario medio anual, expresado en dólares de 1998, descontada la inflación, ha pasado en los estados Unidos desde los 32.552 dólares de 1970 a los 35.864 dólares de 1999, lo cual representa alrededor de un 10% de aumento en 29 años.

Sin embargo, la retribución media de los cien primeros máximos directivos empresariales del país pasó, en términos reales, de 1.300.000 de dólares en 1970, 39 veces el salario de un trabajador medio, a 37.500.000 dólares en 1999, más de 1000 veces el salario del trabajador medio.

En los últimos quince años, es difícil negar la evidencia de que las desigualdades van en aumento en los Estados Unidos. Los datos del censo muestran que un porcentaje mayor de las rentas van a parar al 20% de las familias más pudientes y, dentro de ese 20%, a un 5% todavía más rico. Mientras que un porcentaje cada vez menor de la riqueza va a parar a las clases medias.

En 1998, el 0,01% de los contribuyentes más acaudalados recibía el 3% de las rentas totales. Es decir, las 13.000 familias más ricas de Estados Unidos disponen prácticamente de la misma renta total que los 20 millones de hogares más pobres. No les parece escalofriante.

Este es el modelo social norteamericano consecuencia del modelo neoliberal. Este es el modelo que nos quiere imponer George Bush. Este es el mismo modelo que nos está imponiendo el Partido Popular. ¿Nos dejaremos?. Además todo ello acompañado, de que ésta política económica posible. Pero ésto no es verdad. Hay otras alternativas económicas posibles y por supuesto otras políticas más sociales. Veamos.

Suecia es la bestia negra del neoliberalismo. La esperanza de vida de los suecos supera aproximadamente tres años a la de los norteamericanos. Su mortalidad infantil es la mitad de la norteamericana. El analfabetismo funcional es mucho más bajo en Suecia. La renta per cápita es algo mayor en los Estados Unidos, pero este dato es engañoso. Eso se debe a que los ricos norteamericanos son muchos más ricos que los suecos. La familia media sueca disfruta de un nivel de vida comparable a la norteamericana. Los salarios suecos son algo más altos y la carga impositiva también es más alta. Pero esto se compensa porque el sector público proporciona la asistencia sanitaria y los servicios públicos son mejores.

A medida que analicemos la distribución de la renta, los niveles de vida en Suecia están muy por encima de la de los Estados Unidos. En Suecia son muy pocas las personas que padecen extrema pobreza, que tan extendida se encuentra en Estados Unidos. En 1994, sólo el 6% de los suecos vivían con menos de 11 dólares diarios, mientras que en Estados Unidos era del 14% y en aumento.

Los suecos disfrutan más tiempo de vacaciones que los norteamericanos, de modo que trabajan menos horas al año. Se trata de una opción, no de un fallo del funcionamiento de su economía. El PIB por hora trabajada en términos reales de los suecos en comparación con los norteamericanos hace que su productividad este por encima de la estadounidense.

Cuando nuestros políticos( PP,PSOE,CIU, etc) nos hablan de que no es posible otra política económica que el neoliberalismo, nos están engañando. Los progresistas podremos decir SI al capitalismo, pero NO a su expresión más dura y brutal. Al igual que en Suecia, debe haber un equilibrio entre la iniciativa privada y el Estado, donde este, garantice unos servicios sociales abundantes y de calidad.

Ya es hora de que cuando Aznar y compañía nos planteen liberalizaciones, privatizaciones de los servicios sociales y rebajas supuestas de impuestos, le digamos NO. Porqué en definitiva con esa política las clases medias y bajas españolas, que somos la inmensa mayoría salimos claramente perjudicados, mientras que solo sirven para ahondar las desigualdades sociales de nuestro país y los ricos sean más ricos.

Edmundo Fayanás Escuer.
Profesor de Historia.
Colaborador habitual de El Inconformista Digital

Incorporación – Pamplona. 10 Diciembre 2002