Se ha celebrado en Amman la II Cumbre de la Mujer Árabe, una cumbre de este cariz no debería pasar inadvertida entre los movimientos feministas, es de «alabar” esas mejoras que se están “otorgando”, por ejemplo, en Jordania: posibilidad de cobrar la jubilación, posibilidad de transmitir la nacionalidad a los hijos, derecho al divorcio pero renunciando a una compensación económica.
Aunque tendríamos que cuestionarlas, porque aunque parecen avances para la mujer, no son sino meros brindis hipócritas hacia esa galería occidental que las mira desde la perspectiva de la igualdad y los derechos humanos.
Las jordanas tienen difícil cobrar la jubilación, ya que en este país el 80% de la población vive en la miseria y el trabajo no sólo escasea, sino que además es precario. Israel ha creado en Jordania zonas de libre comercio, es decir zonas industriales libres de aranceles que no aportan ningún beneficio al país y que hacen que la riqueza que generan las trabajadoras en estas empresas pasen directamente a las economías occidentales. Estas trabajadoras cobran 15 dólares mensuales y trabajan más de 14 horas diarias, la mayoría son analfabetas, no tiene ningún tipo de seguro sanitario y son tratadas como esclavas. Si se divorciasen sin ningún tipo de compensación económica, suponiendo que tengan trabajo, ¿de qué vivirían? Jordania, hoy por hoy, es un títere en manos de EE.UU. e Israel.
Me resulta chocante la lamentación de estas señoras, la mayoría “primeras damas de sus respectivos países”, cuando dicen que la mujer árabe “sólo ocupan un 3% de los escaños parlamentarios”. En Jordania tenemos otro ejemplo aleccionador sobre la participación de las mujeres en política: Toujal Faisal. Faisal, ex diputada jordana y activista, fue condenada a 18 meses de prisión por un Tribunal Militar por ejercer su derecho a la libertad de expresión y permaneció treinta días en huelga de hambre en protesta por este abuso. Desde mediados del 2001, el Parlamento jordano está disuelto y suspendidas las libertades democráticas. Pero a Rania de Jordania le preocupa que “sólo un 4% de las mujeres tengan acceso a internet”, cuando ni siquiera saben escribir, siendo en este país la educación privada en todas las etapas escolares.
Podemos ahora detenernos en Sudan, la “primera dama”, Fatma Al Bechir, también asistió a la cumbre. Las ONGs que trabajan en este país han denunciado que el gobierno es cómplice del comercio de esclavos. En 1992 la organización África Watch denunció el genocidio de 70.000 nubas en una operación de limpieza étnica.
Recientemente hemos conocido la historia de Mende Nacer, que fue secuestrada y esclavizada cuando contaba trece años. En el año 2000 consiguió la libertad, cuando trabajaba en Londres, también como esclava, en la casa del diplomático sudanés, Abdel Al Koronky. Ahora tiene 21 años y ha contado su historia en un libro que se titula “Esclava”.
La hipocresía de las señoras “primeras damas” es indescriptible cuando hablan de Palestina y de las mujeres palestinas, sobre todo si tenemos en cuenta a las representantes de Líbano, André Lahud, esposa del presidente y la diputada Baheya Hariri. En este país los palestinos llevan viviendo 53 años sin derechos civiles, sociales y políticos. Sin poder disponer de una documentación legal. Hacinados en campamentos de un kilómetro cuadrado que parecen campos de concentración (en algunos hay más de 20.000 personas) y todos sobreviviendo en condiciones infrahumanas. Pero esto no se denuncia, ni se intenta solucionar, porque es más fácil rendir homenaje a la lucha de las mujeres palestinas (que está muy bien y que son mujeres a las que yo admiro profundamente), pero sería más efectivo denunciar la difícil situación en la que se encuentran, proponer soluciones y posicionarse claramente en contra de la guerra y el genocidio. En vez de pronunciar ese timorato “derecho a resistir”, deberían exigir con rotundidad el derecho del pueblo palestino a existir y a vivir en su tierra y exigir el cumplimiento de las Resoluciones de Naciones Unidas al gobierno israelí.
Las mujeres iraquíes y las mujeres palestinas no necesitan homenajes. Estas mujeres lo que necesitan es que se denuncie esa situación perpetua de violencia que están sufriendo desde hace ya largos años, que la verdad de las atrocidades que se están cometiendo sean conocidas por la opinión pública mundial y que esos gobiernos títeres de la zona que miran siempre del lado de los intereses económicos y expansionistas de occidente, tengan la dignidad de defender a su pueblo de todas estos atropellos.
La II Cumbre de la Mujer Árabe en Amman forma parte de la frivolidad de las “primeras damas” de algunos de estos países que comercian en occidente con una imagen “progresista” y moderna en las revistas del corazón con grandes obras de caridad y beneficencia, pero mantienen su status social internacional con el sufrimiento de su pueblo, la dictadura, la privación de los más elementales derechos humanos.
Las “primeras damas” que se reunieron en esta cumbre son unas “hermanitas de la caridad” gracias al consentimiento de sus respectivos consortes, pero unas analfabetas funcionales en cuanto a la defensa de la justicia social, derechos humanos, igualdad y libertad de las mujeres en sus respectivos países. Y nosotras seremos “tontas de baba” si nos tragamos la píldora de su “progresismo y modernidad virtuales”.
Mar Molina. Toledo. 5 Noviembre 2002.
Mar Molina, es responsable de Comunicación de IU de Castilla La Mancha