Coherencia, esa es la palabra que más he escuchado hoy cuando alguien se refería a Juan Antonio Bardem, coherencia, algo tan fácil y tan olvidado, y es que Juan Antonio Bardem ha sido coherente con su vida y con sus ideas y eso en el mundo en que vivimos empieza a ser difícil o al menos poco común.
Juan Antonio Bardem, guionista, actor y director nace en Madrid en el año 1922 en el seno de una ya importante familia de actores, por lo que el gusanillo de los cómicos lo llevaría en la sangre desde temprana edad, lo que no hace que obligado un poco por las circunstancias se licenciara en Ingeniería Agrónoma, título que retiraría años después de haber terminado sus estudios. Con un retraso de 52 años, vengo a recoger este título, que en su día no recogí, se lo digo sinceramente, porque había que pagar una cantidad y no tenía dinero. Ahora me dice nuestro compañero que esta pagado, bueno, maravilloso.
Pasados algunos años, Juan Antonio decidió dedicarse a su trabajo con el cine, y cuando conoce a Berlanga, colaborará con él en películas tan conocidas como Esa pareja feliz y Bienvenido Mr. Marshall.
A comienzos de los años 50 dirigió dos películas fundamentales en la filmografía española Calle Mayor y Muerte de un ciclista.
Su militancia comunista y el contenido ideológico de toda su obra le trajeron grandes problemas con la censura y la carcel en la gran mayoría de sus películas posteriores.
En el año 1957 rueda La venganza, a la que seguirían otras como Los inocentes, Nunca pasa nada, Varietés, El puente, Siete días de Enero y la última Resultado final.
En Febrero de este mismo año ha recibido el premio Goya honorífico a toda su carrera.
Desvinculado de la labor realizadora e infrautilizado durante los últimos años, en los que no paró de preparar proyectos, Bardem siguió trabajando en silencio para nuestro cine, participando en foros, dando conferencias y desde luego militando en el partido Comunista Español al que pertenecía desde hacia cincuenta años.
Una bandera roja con la hoz y el martillo cubría su féretro ayer, la bandera del partido comunista, su familia, su extensa familia de actores, sus amigos, sus compañeros, le acompañaron en el patio de butacas del cine Doré, y sonó la Internacional, y Juan Antonio se dio un último paseo entre los suyos a buen seguro que eligió la Calle Mayor, desde allí le recordaremos.
Ilga. Pontevedra. 1 Noviembre 2002