Decir que Internet es un mar, o un océano, no sería nada original. De hecho todos teníamos una idea cercana de qué era eso de navegar, incluso mucho antes de hacerlo por primera vez. A ese mar de ideas, imagen y sonido, pretendo lanzar una botella con mensaje dentro. Invoco pues a todos los dioses, con Neptuno a la cabeza y tridente en mano, para que mis palabras tropiecen con buen puerto.
Uno, que siempre procuró perderse por los caminos del conocimiento, y que aprendió a sondear las turbias aguas de la información, no tuvo más remedio que dejarse engatusar por tan magnifica, útil y novedosa herramienta.
Uno, que es el mismo, y que compra la prensa, al cabo de invertir travesías y horas en el asunto, pues tiene ya cierto manejo al timón y, sabe como disponer las velas para que la cosa de más juego. Habría que añadir además que uno ya no se pierde, pues mis constelaciones favoritas son agregadas a la bitácora con suma agilidad. Suelo tener presente donde está el norte.
Pero surcando y surcando reparé en un articulo de Paco Umbral. Era uno de esos días en los que leer al patillas a la sombra del café de la mañana fue un placer. El tema, muy interesante, la litrona y las botellonas de fin de semana. A este hombre, como a todos los demás mortales incluido Sócrates, pues seguramente le fastidiará que la algarabía juvenil ensucie visual y sonoramente. Pero es capaz de comprender que el sueldo de un joven suma un montón de cubatas, pero no da para irse de casa.
Yo sin embargo, soy uno que es incapaz de comprender por qué no pude releer a Paco. Indiqué correctamente la dirección a seguir y, fondeamos en la web de El Mundo. Pero para mi sorpresa, apareció una pantalla que me pedía dinero.
Joder. Esto solo me había ocurrido en webs porno – me dije-. Aquello era un supermercado, o un kiosko según como quieras mirarlo. Te ofrecemos el periódico en formato PDF, sólo tienes que bajarlo, (pagarlo), e imprimirlo. Resulta que hasta vendían artículos por manojos, como los espárragos.
Pero bueno, como esta venal medida la han tomado sólo con los artículos de opinión, tenemos el consuelo de que el resto, la propaganda pura y dura, es gratis por ahora. Y es que uno tiene algo que gritar:
Pedro Jota, las palabras de Umbral bien valen un Novel, pero un ramillete de sus columnas no valen seis euros. Pedro Jota, tu serás un chulo, pero Paco no es una puta.
Kilobites. Málaga, 14 Octubre 2002