No se habla de otra cosa, el Gobierno Vasco ha desobedecido el auto del juez Baltarsar Garzon y le ha puesto una querella criminal por prevaricación. Se habla de rotura del estado de derecho, de radicalización del PNV y ya hay quién quiere cortar cabezas, hasta el extremo de anular funciones del Parlamento Vasco.
En la batalla particular del juez de la Audiencia Nacional en busca de la ilegalización de todo aquello que defienda, pague, justifique o sea terrorismo se ha topado con la negativa del Gobierno Vasco a obedecer el auto que exige el cese del grupo político Batasuna en el Parlamento Vasco. El antecedente cercano fue la disolución en el parlamento de Navarra del grupo de Batasuna para pasar a ser sus integrantes parte del grupo mixto. La diferencia entre los dos gobiernos de estas dos comunidades autónomas es el numero de representantes del PP y el PSOE, los creadores de la nueva Ley de Partidos políticos e impulsores de la ilegalización de Batasuna, en el Parlamento de Navarra son mayoría, en contraposición a la minoría de poder que tienen en el Parlamento Vasco, donde el grupo mayoritario es el PNV que ostenta el poder en coalición con EA. Después de esta pequeña aclaración y teniendo presente que el PNV voto negativamente a la ilegalización de Batasuna en el Congreso de los Diputados, era de esperar que tarde o temprano topara con las ordenes que esta emitiendo el juez Baltasar Garzon.
Fuera de la política de salón del Parlamento Vasco también el auto afecta a los ciudadanos peatones. El auto del juez Baltasar Garzon es ley pero del todo opinable, por ley se ha de cumplir, pero por ello nada quita que se pueda opinar lo siguiente: que en busca de un fin delimitado como es la ilegalización del entorno de ETA, y su brazo político Batasuna, el auto pueda atentar contra derechos fundamentales de los ciudadanos vascos o de otras regiones del país, derechos como lo puede ser el de manifestarse en las calles o reunirse en locales, derechos en manos de individuos que distan de lo perseguido por Garzon.
El problema político vasco es de difícil solución cuando ninguna de las dos posiciones enfrentadas es capaz de ceder en nada para ponerse a dialogar, se extiende día a día a áreas tiempo atrás insospechadas, las actuaciones del grupo armado ETA en sus ansias totalitarias por conseguir una independencia y las exigencias de los grupos nacionalistas vascos se están mezclando peligrosamente. El gobierno central en manos del presidente José María Aznar desde la obtención de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados ha adoptado una posición beligerante con los partidos políticos nacionalistas, tanto vascos como catalanes. Rota una tregua de dos años en donde no se consiguió nada, la vía policial ha sido la única manera de intentar acabar con el terrorismo de ETA y en estos días con su grupo político Batasuna. Fuera Batasuna de la legalidad, el PNV tiende a llenar lo dejado, en sus ansias no solo ya de más auto gobierno si no de independencia. Desde la aprobación de la constitución española, no votada por el PNV, hace ya 25 años parece que nada se ha avanzado en el problema vasco. De la obtención de un estatuto para el País Vasco que le otorga un grado de auto gobierno considerable, se ha llegado de nuevo, parecer ser, al punto de partida. El no desarrollar quizás el estatuto de autonomía en todo lo prefijado después de años y la cierta hipocresía del PNV en no decir claramente lo que quiere, ha llevado a la situación que hoy tenemos. El pensar que la – no resolución – del problema vasco lleve ya demasiado tiempo, tanto en el terreno político, como en el terreno que afecta a la banda armada ETA y a todas las víctimas que ha provocado, hace francamente cuanto menos dudar, sin poderse descartar por ello: la posibilidad del todo lógica de la bonanza que representa esta situación actual debido a los intereses creados tanto para un bando como para otro. Demencial pero posible.
España es un país que tiene una democracia vigilada, con una constitución hecha deprisa, donde no todos los pueblos que la habitan, según sobre todo ellos mismos, gozan de la misma representación. Estando en una Europa que forzosamente tendrá que ser – más unión que nunca – o no ser, bagatelas de este tipo no tienen cabida, ni el nacionalismo español tiene razón de ser si no es una mera representación de toda la pluralidad de este país, ni creo adecuado ningún tipo de división más en fronteras o sociedades. Ni el pueblo vasco, ni el Navarro, ni el resto de pueblo español se merecen que se enarbolen patrias para la satisfacción de unos pocos. Ni un solo vasco republicano del 36 entendería un País Vasco sin España, y una España sin el País Vasco, ya los catalanes obtuvieron su república dentro de la república española, fue surrealista, pero más aparte ni podían ni querían serlo. Igualmente, el pueblo sea usado o manipulado, tanto de un lado como de otro, tiene el derecho a ser lo que se antoje, aunque bien haría en buscar primero su revolución interior: donde el mayor bien es la libertad de uno, una vez obtenido eso, pués sé de donde te consideres más libre, bien sencillo.
Marlowe. Barcelona. 20 Septiembre 2002.