La utopía de la libertad

Desde hace un año las medidas adoptadas para librar la catalogada como guerra contra el terrorisnmo se han venido intensificando de manera alarmante hasta alcanzar grados de auténtica ciencia-ficción. George W. Bush, presidente ante las cámaras, anuncia las medidas que los auténticos mandatarios estadounidenses (i.e. altos cargos de la CIA) idean con fines más que sospechosos.

Si retrocedemos un poco en el tiempo hasta aquellos meses que precedieron a la catástrofe del World Trade Center comprobaremos que uno de los debates candentes en la actualidad estadounidense, y también mundial, era la que concernía a la hipotética construcción de un escudo antimisiles. George Bush había retomado el antiguo proyecto diseñado por Ronald Reagan a principios de los años ochenta, despertando así el escepticismo de varios mandatarios europeos. Sin embargo el tema se había tratado ( y sigue siendo tratado) con una discreción y un sigilo inauditos.

A partir del 11 de septiembre el gobierno de Washington obtuvo la legitimidad que precisaba para poner en práctica medidas que en una situación normal cualquiera juzgaría descabelladas. La primera libertad que se desplomó al ritmo que lo hacía la primera de las torres fue la de la crítica. Murió en una consigna acuñada por el presidente pocos días después, el que no están con nosotros está contra nosotros, afirmó en un tono de severa amenaza. Este maniqueísmo sirvió de base para construir el llamado eje del mal. La guerra de Afganistán apenas fue sometida a examen por la mayoría de los gobiernos occidentales, que ofrecieron su apoyo más firme a un conflcto que puso en evidencia la incapacidad de la ONU a la hora de establecer una postura coherente por encima de Estados Unidos.

La democracia dió paso al absolutismo cuando el 14 de septiembre el Congreso otorgó plenos poderes a un George Bush que solicitó a los senadores no poner ningún tipo de obstáculo a la investigación sobre los hechos acaecidos el 11 de septiembre, y que se ahorrasen las críticas y dudas al respecto. Varias medidas antidemocráticas se recogerían en el USA PATRIOT ACT, una de las más polémicas era la que consideraba que el presidente tenía derecho a no informar de todas sus decisiones, no sólo a la prensa, sino también a los congresistas.

Muchas fueron las medidas que restaron el derecho a la libertad individual. El gobierno español ha imitado algunas, quizá destaca sobre todas la LSSI, que priva de derechos elementales al internauta.

Lo que desconocíamos hasta ahora, o al menos no nos atrevíamos a aceptar, es que la NASA se ha rendido a los intereses de la CIA. La última artimaña que han ideado es un aparato para los aviones que detecta los impulsos nerviosos en el cerebro, reconociendo así a los pasajeros sospechosos. No es un método nuevo, la novedad radica en que el aparato no precisa ser colocado sobre la cabeza, sino que se puede emplear con cierta discrección.

Las posibilidades que se vislumbran en el horizonte son aterradoras. El gobierno que se declara en lucha contra el terrorismo siembra el pánico con decisiones que nos traen a la memoria la profecía de George Orwell. El Gran Hermano ha penetrado en nuestras vidas.

Eli. Pontevedra, Galicia. 24 Agosto 2002.