Dificultad y facilidad de percibir y transmitir – por Francesc Sánchez

Hace ya bastantes años yo y un profesor de filosofía llegamos a la conclusión de que la percepción de las cosas y la posterior transmisión a segundos o terceros es harto complicado. Surgió la conversación entorno a Schopenhauer y sus principios básicos sobre la percepción y la transmisión plasmados bien en su obra: El mundo como voluntad y representación.

Ya lo decía Kant que nosotros no podemos conocer las cosas en sí, las ideas, máximo vemos su representación o fenómeno, como bien no podemos conocer una tormenta si no sus lluvias, truenos y rayos y luego sacar por inducción: tormenta. En realidad Kant nos diría que solo vemos la representación de esos otros fenómenos meteorológicos, la diferencia es que Schopenhauer va más allá. El filosofo alemán de influencia hindú, nos explica que cada persona percibe y ve diferente, en consecuencia siente y piensa de diferente modo, con lo cual la transmisión de los pensamientos o sentimientos entre las personas no pasa de ser una mera aproximación a la realidad de cada persona. No es que cada persona sea un mundo, es que el mundo en si no se conoce, solamente sus representaciones en cada uno, las que encima están condenadas a no poderse transmitir a nadie.

Los empiristas Locke y Hume decían que cuanto más amplias son las percepciones y visiones más amplio es el pensamiento o sentimiento resultante, de ideas simples surgen las complejas, las que nos traen razonamientos más amplios que a veces parecen poderse aplicar a múltiples situaciones diferentes en la vida. Es un error. Cierto es que la experiencia nos ayuda a comprender, pero lo de aprender no es algo científico, simplemente aprendemos a tanteo. Nosotros podemos sacar nuestras conclusiones de algo que nos pase en la vida, podremos pensar que son razonamientos generales, pero como los hemos sacado de situaciones concretas con sus percepciones en un espacio y en un tiempo delimitados, por ello difícilmente podemos usar esos razonamientos o certezas para otra ocasión. Finalmente Hume y Locke nos dicen que el conocimiento se puede usar pero que nunca sabremos si mañana saldrá el Sol como todos los días, máximo podemos pensar que mañana saldrá porque ahí lo hemos visto día tras día. Máximo nos podremos aproximar al conocimiento, a la percepción y la transmisión de lo que creemos saber.

Hay otros como Descartes, uno de los propulsores de la razón geométrica, que manifestaban que de nada podemos estar seguros, solo de nuestra existencia en el momento en el que pensamos. En el paso de la no existencia de nada posible o real de gente como Descartes, pasando por Kant y sus fenómenos, llegamos a un momento en esta funesta historia del pensamiento occidental en que Hegel intenta dar una explicación a todo en su sistema trifasico, y aun nos quedan secuelas. Para Hegel todo se puede reducir en esta vida en tres momentos: tesis – antítesis – síntesis, o en otras palabras: el ser, la existencia, y el devenir – o la cosa en si y para si – (los dos momentos anteriores al mismo tiempo, en un tercer momento). Nosotros en este periódico por ejemplo siempre estamos en la antítesis, otros no pasan de la tesis, y la síntesis es imposible de alcanzar porque el sistema en sí no es posible llevarlo a su fin, la gracia es hacer el camino, eso es el devenir posible, el del segundo momento. Como dije, hizo grandes estragos esa teoría, Schopenhauer, Nietzsche, y Freud, más tarde se acabaron cargando sus teorías y todas las anteriores de sistemáticas, mostrando lo que se habían dejado: los sentimientos, las emociones, el instinto, etc.. El pistoletazo final a mi parecer lo dio el señor Wittgenstein, el cual cayo en el gran pensamiento de ver que nuestro lenguaje es solo un medio de comunicación precario, como muchos otros, imposible de transmitir ni nuestra realidad ni la de nadie.

Por todo ello me quedo con la frase de: el mundo como voluntad y representación, y al intento aunque sea aproximadamente de conectar con los demás mi percepción del mismo.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona. 21 Agosto 2002.