Enron, Dynegy, Adelphi, Worldcom o Xerox, por citar tan solo las que han aparecido recientemente en los medios, están bajo sospecha de realizar prácticas contables delictivas, como mínimo. Todas ellas son empresas que cotizan en bolsa. En algunas de ellas, el común denominador de fiscalización de la actividad económica registrada en la contabilidad ha sido la firma auditora Arthur Andersen.
¿Cómo es posible que en un país como Estados Unidos sucedan estas corruptelas con tantos controles como existen? Increíble, pero ha sucedido. No parece que las barreras a la corrupción hubieran funcionado. Está claro que la SEC, Securities and Exchanges Commission, ha fallado por el momento. Veremos que más sorpresas tenemos ahora que parece que va a empezar a funcionar en serio.
En cualquier caso, no debemos olvidar que el estado de las cosas en USA es el siguiente: el fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, que está investigando el caso Enron, es acosado por congresistas republicanos que quieren tomar duras medidas contra él. También el hombre que redactó la ley para proteger a Enron de cualquier investigación ha sido propuesto por Bush para un puesto clave en un organismo regulador. Las relaciones entre la corrupción empresarial y la Administración Bush parecen confirmarse día a día, sobre todo en el caso Enron. La política general tras el 11-S ha llegado a las finanzas norteamericanas. Un nuevo modelo de sistema perverso que ha contribuido a la corrupción en gran escala, que ha roto los más básicos principios éticos y que ha causado un daño masivo.
Con este panorama a quién le extraña que la Bolsa caiga, o tenga tensiones bajistas. Empresas que mienten sobre sus resultados y cotizan en bolsa sobre la base de la mentira arropadas por contribuciones multimillonarias a los políticos de turno. Firmas auditoras que no reflejan en sus informes esas mentiras y dan cobertura a una cotización falsa a cambio de seguir facturando al mismo cliente. Organismos reguladores que quedan bajo sospecha por su ineficacia o, quizás, implicación. Inspectores, de todo tipo, que no se enteran. Inversionistas de toda condición social, esos si, infaliblemente, estafados. Una cadena en la que el inversor tiene todas las de perder ante la larga lista de ejecutivos de pocos escrúpulos que practican una contabilidad creativa y que conocen, y abusan en exceso, de los entresijos de la política en el mundo: No quieren Vds más beneficios pues ahí los tienen.
Mientras tanto, nada ha dicho la prensa española de que la quebrada Enron tenía una filial en España que preveía la entrada en servicio en 2003 de una central de ciclo combinado de 1200 megawatios de potencia en la provincia de Cádiz, poco se ha comentado sobre las relaciones entre Telefónica y la fraudulenta Worldcom, muy especialmente a partir de la Presidencia de Juan Villalonga, y apenas si se ha mencionado que Xerox, la que considera gastos como inversiones para arrojar más beneficios, es la misma que opera aquí en España. Abundando en la desinformación, el Sr. Rato, Vicepresidente económico del gobierno, se ha descolgado diciendo que lo que ha sucedido en USA no puede suceder en España; Blas Calzada, Presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, dice que no es probable que se repita el caso Gescartera y Domingo Solans del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo que el público no se ha de alarmar porque se demuestre que una compañía hizo una mala gestión contable. Creo recordar que el Ministro Montoro no fue ajeno a este proceso desinformativo y también soltó alguna perla.
Valientes recomendaciones si tenemos en cuenta que el BBVA está en la Audiencia Nacional por lo de Jersey, el BSCH también por lo de las primas únicas, de Repsol se ha comentado en la prensa el pago de sobornos en Argentina, ¿Lo dijeron los auditores? etc, etc, etc. Está claro que aquí no va a pasar lo mismo que en USA porque aquí probablemente los jueces no van a encontrar delitos o porque se va a ocultar. A Gescartera les remito. Ya se sabe que aquello de lo que no se informa no existe. ¿Por qué sino no aparece ni rastro de financiación ilegal de partidos en el caso BBVA?
La misma Arthur Andersen de Estados Unidos, pero aquí en España, auditó a 2 de cada 3 empresas que cotizan en el Ibex35. Para ser más exactos a 23 de las 35, entre las que se cuentan: BSCH, Telefónica, BBVA, Repsol y Endesa. Arthur Andersen, en la mayoría de los casos, sino en todos ellos, ha realizado múltiples trabajos de consultoría en estas empresas, además de los de auditoría. ¿Se atrevería Arthur Andersen a informar de irregularidades en sus informes anuales en alguna de las 23 empresas auditadas a las que además factura por tantos otros motivos y a quedarse sin cliente o por el contrario es más llevadero y rentable el ocultar las irregularidades que pudieran existir? No hace falta ser un lince para dar con la respuesta adecuada y más cuando se sabe que aquí probablemente no pase nada, ni tampoco hay que ser una lumbrera para darse cuenta que las empresas escogen a sus auditores más por su flexibilidad que por su sentido de la honestidad en sus informes de auditoría. En todo caso, Arthur Andersen desaparece como auditora en casi todo el mundo al haber perdido el halo de honestidad que tenía. Rato tiene razón, aquí no va a pasar lo que en USA. Y añade un servidor, por el momento y mientras el muerto se pueda aguantar como si estuviera vivo. Así que, ojito con las inversiones en Bolsa, no vaya a comprar Ercros por lo que valía hace 15 años y lo venda por lo que vale hoy en día.
Rasputin. Valencia. 2 Julio 2002