Adam Smith comienza su Investigación sobre la naturaleza y las causas de la de la riqueza de las naciones apelando a la importancia de la división del trabajo. Tal división del trabajo no apareció como consecuencia de la sabiduría humana, no obedece a ninguna previsión o plan estratégico.
Para Smith la división del trabajo tiene su causa originaria en el gusto humano por cambiar, permutar y negociar una cosa por otra, e implica la certidumbre de poder cambiar el exceso de producto del trabajo propio, por parte del producto ajeno que se necesita para la vida cotidiana. Gracias a la división del trabajo aumenta la pericia del operario, se ahorra tiempo en el paso de un operación a otra y se agiliza la inventiva de maquinas que abrevian y facilitan las tareas. En suma, se aumentan las facultades productivas del trabajo.
Para explicar las excelencias de la división del trabajo, Adam Smith nos hace pensar en el proceso de fabricación de los alfileres. Sin división del trabajo, una persona que se dispusiera a fabricar alfileres podría hacer no más de veinte unidades, mientras que con la división del trabajo, entre diez obreros, pueden fabricar cuarenta y ocho mil alfileres.
Algo más de dos siglos después, M. Friedman recurrirá a los lápices para mostrarnos algo parecido en su trabajo Libertad de elegir. Le interesa remarcar que el trabajo es un medio para obtener bienes y servicios. Cada uno de nosotros nos dice utiliza cotidianamente un sin fin de bienes y servicios. […] No nos paramos a pensar en cuánta gente ha sido necesaria de una u otra forma para producir esos bienes y servicios. En ese proceso de producción, según su parecer, no debe interceder la acción gubernamental. Será la propia dinámica del mercado, basada en oferta y la demanda, la que nos ponga sobre la pista de qué ha de producirse y en que cantidades. Por ello la asignación de trabajadores en gran escala con carácter obligatorio no es factible, ni tampoco, al parecer, la completa supresión de la actividad empresarial. En este punto quisiera recordar algunos elementos del pensamiento de M. Olson acerca de la cooperación. Y es que, si la producción de bienes y servicios requiere de cooperación, nos encontraremos con dos dificultades. De un lado, cuanto mayor sea el grupo humano, mayores serán las dificultades a la hora de organizarlo. Y por el otro, se hace necesaria la existencia de un líder o empresario político que se muestre interesado por la buena marcha de ese grupo.
Si Smith centraba su atención en la división del trabajo, Friedman lo hace en el libre intercambio. El análisis no arranca ya desde el mismo proceso de producción, sino que el punto primordial se haya ahora en la fase de intercambio, siendo el intercambio voluntario una condición necesaria, aunque no suficiente, para alcanzar la prosperidad y la libertad.
La división del trabajo se manifiesta como un factor esencial para analizar los principios que fundamentan la investigación económica. El fordismo y el teylorismo no son más que desarrollos históricos de esa división. Valdría la pena detenerse en el examen de la división del trabajo en la actualidad, donde una vez solventadas las necesidades básicas en algunas naciones, el sector servicios se presenta como la principal industria. La revolución tecnológica hace posible el nacimiento de la nueva economía.
Kilobites. Málaga. 30 Junio del 2002