Todo parece un mal sueño de una noche de verano para la iglesia. Un nubarrón que quizás ha pasado, por el momento, aunque el escándalo y la alarma social ahí sigan. Las secuelas sobreviven. Es mucho más, aunque ya casi nadie habla del asunto en España..
De hecho, no se sabía como quitar este Vía Crucis de la pederastia eclesial de las primeras páginas de los periódicos y de las noticias de apertura de los telediarios. Curiosamente ha sido la pastoral de los obispos vascos la que eclipsó el gravísimo problema de la pederastia en el sacerdocio. Los familiares y afectados directamente por los abusos sexuales de sacerdotes mantienen las espadas en alto. Hay países en los que la batalla va en serio, pero hay otros que obstinada y farisaicamente niegan el problema. Se sabía que la Iglesia era un lugar histórico que recogía como monjas a mujeres que no obedecían a sus padres en sus planes matrimoniales, que recogía como curas y monjas a hijos e hijas de familias numerosas con rentas bajas o muy bajas, e incluso que servía de refugio a una importante cuota de población gay en tiempos duros para la homosexualidad, pero no se sabía, hasta ahora, que entre sus ministros hubiera también pederastas. Por lo visto, no hay nada como la vocación sacerdotal para dar lustre.
La pederastia está considerada como un trastorno psicosexual consistente en la atracción erótica que siente un adulto por los niños como compañeros sexuales y que le lleva a cometer abusos sexuales sobre los mismos. El Director de la Clínica de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Viena, Max Friedrich, afirma en la revista – PROFIL – que aproximadamente un 20% de los adultos son susceptibles de excitación sexual en presencia de menores, aunque en su mayoría no son conscientes de ello, solo a una minoría se le ocurre tocar a un niño, mientras que hay muchos que se conforman con tener esas experiencias en la fantasía y otros con mirar videos pornográficos. Todo puede empezar con una simple caricia inofensiva, pero tras cada violación de un tabú el individuo tiene la sensación de que todavía puede ir más lejos. Así, algunos buscan víctimas cada vez más jóvenes, otros necesitan cometer esos delitos con mayor frecuencia, mientras que un tercer grupo aumenta su brutalidad de acto en acto. Agrega el mismo Friedich que la cárcel no basta para castigar a estos delincuentes puesto que entre un 30% y un 50% de los condenados reinciden cuando quedan en libertad.
Los escándalos en la Iglesia se suceden sin parar. En los últimos tiempos empezaron por las Misiones en Africa, en los que algunos religiosos aparecieron acusados de abusar sexualmente de cientos de monjas. No era pederastia al fin y al cabo. No pasó nada más allá de un hipócrita rasgado de vestiduras. Pero los escándalos cogieron fuerza cuando se destapó en los países anglosajones los primeros casos de pederastia. Primero en el Reino Unido, en donde entre 1995 y 1999 hubo 21 sacerdotes convictos de abusos y violaciones de menores. Tomen nota de que el primado de la iglesia católica en Inglaterra y Gales, arzobispo Cormac Murphy O’Connor, fue advertido ya en 1985 del comportamiento pederasta del sacerdote Michael Hill y se limitó a cambiarle de destino, donde también reincidió. En 1997 el sacerdote Hill fue condenado por nueve casos de abusos contra menores, entre ellos un niño con retraso mental, y un caso de comportamiento indecoroso. Como una de las soluciones en la Iglesia Católica de Gran Bretaña se ha encargado a la Policía que investigue a todos los clérigos y empleados con el objetivo de desenmascarar a los pederastas. Más vale tarde que nunca, aunque esos 21 sacerdotes condenados pudieran ser no más que la punta del iceberg dada la actitud encubridora del delito que ha mantenido la jerarquía eclesiástica.
Después fue Estados Unidos el siguiente país donde el escándalo tomó proporciones gigantescas muy superiores a las del Reino Unido. Hasta 450 denuncias se han hecho públicas sobre abusos y violaciones de sacerdotes a niños y niñas en USA de las que no escapan ni los mismos cardenales ni los obispos norteamericanos. El cardenal de Los Angeles, Roger Mahony, fue acusado de abusos sexuales por una joven. El obispo de Palm Beach, Anthony J. O’Connell, tuvo que dimitir tras reconocer que había abusado de un …. seminarista. Unos dos mil sacerdotes en Norteamérica están acusados de haber abusado sexualmente de niños. Uno de ellos, Don Rooney de Cleveland (Ohio) se suicidó de un tiro en la cabeza al ser acusado. El padre Paul Shanley enfrenta tres cargos de violación de niños. El mismo sacerdote admite a sus superiores que había violado y sodomizado niños de entre 6 y 13 años. Eso se supo en 1990 por el cardenal de Boston, Bernard Law que esta acusado de encubrimiento y forzado a dimitir por la opinión pública y los medios de comunicación. Igual sucede con un sacerdote llamado John Geoghan, también de la diócesis de Boston, acusado por más de 130 personas de haber abusado de ellas cuando eran niños. Más de un centenar de sacerdotes han dimitido o han sido apartados de la Iglesia. El escándalo es de tal proporción que hasta Bush lo ha comentado públicamente y las archidiócesis de Los Angeles, New York, Cincinnati y Maine han entregado a la policía los nombres de sacerdotes acusados de pederastia. A pesar de todo ello la revista Newsweek publicaba una encuesta cuyo resultado arrojaba la opinión de que la iglesia católica no había sido suficientemente severa al sancionar a los sacerdotes involucrados en los casos de pederastia. A principios de los años 90, la diócesis de Santa Fe (New México) se quedó sin fondos al tener que pagar una fortuna a 165 víctimas de abusoso cometidos por una veintena de sacerdotes. Amén del descrédito sufrido por la iglesia, ésta ha tenido que pagar indemnizaciones por más de 1.000 millones de dólares y siguen creciendo.
La católica Irlanda también tiene sus casos, como es el de Sean Fortune que abusó de varios niños y que también se suicidó. El obispo de Ferns, Brendan Comiske, su pastor, tuvo que dimitir por encubrimiento. También una serie de casos en la misma Irlanda han llevado a 18 órdenes religiosas a pagar indemnizaciones por valor de 112 millones de dólares. En la muy católica Bélgica, el abad que dirigió los coros durante la boda religiosa entre el Príncipe heredero de Bélgica y Matilde D’Udekem está siendo investigado por la justicia acusado de pederastia y es reincidente, ya se le había condenado anteriormente por lo mismo. El decano de la catedral donde se celebró la boda no encontró razones para tomar en consideración la investigación en curso. En la también católica Francia, fue un obispo ortodoxo de Niza quien fue condenado por pederastia, aunque hay otros casos de católicos. En Nueva Zelanda, acaban de aparecer a la luz pública 38 casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes; uno de ellos, el del hermano marista Charles Afeaki que fue condenado en 1994 a 8 años de prisión por 15 cargos de abuso sexual contra varones. Hasta en Sudáfrica el reverendo William Bantom, alcalde de Ciudad del Cabo, tuvo que dimitir tras aceptar que había descargado pornografía infantil de internet. O también en un monasterio serbio un monje, el padre Hilarión, está acusado de pederastia.
¿Y en España, qué? Silencio. Se habla mucho de lo que sucede en los demás países pero un manto de silencio rodea el tema en cuestión en la católica España del místico San Juan de la Cruz*. Es un silencio que da miedo. Crea una tremenda desconfianza. Incluso da pánico pensar que nuestros hijos o hijas puedan estar siendo violados por un cura en cualquier colegio religioso. Las secuelas psicológicas para los niños son tremendas, incluso llegan al suicidio ¿Sucederá cómo con las meigas gallegas que haberlas haylas(sic) pero nadie las ve? ¿Protege la Policía el hecho de que en España no saliera a la luz ni un solo caso o es que aquí los curas son diferentes? ¿Son los jueces quienes dan carpetazo silencioso al asunto? ¿Qué coño pasa aquí qué mientras que en todo el mundo hay casos aquí no sale ni uno? La Conferencia Episcopal guarda interesado silencio. Algo parecido le pasa a los obispos mexicanos que son reacios a informar sobre casos de pederastia en la Iglesia. El arzobispo de Jalapa, Sergio Obeso, llegó a decir que la ropa sucia se lava en casa. Algunos obispos mexicanos admitieron que existen casos de pederastia aunque pocos son informados a la policía. ¿Es esa la postura de la Conferencia Episcopal española? Para nuestra desgracia, una vez más, esa debe de ser. Así que tengamos cuidado con nuestros niños, o niñas, si tienen relación con sacerdotes, la situación delictiva se podría encubrir si algo grave llegara a suceder.
El Papa que, según dicen fuentes vaticanas, quiere manejar el tema con mano de hierro se apoya en las Acta Apostolicae sedis que hablan de la discreción con la que hay que manejar tales asuntos, así como, de constituir tribunales eclesiásticos a los efectos. También dice el Papa que está muy afligido por los casos habidos en USA pero añade, repartiendo juego, que es síntoma de una grave crisis que afecta no sólo a la iglesia sino a toda la sociedad. En su carta anual a los clérigos de 22 páginas, el pasado Marzo, no mencionó la palabra pederastia ni una sola vez ni contestó a las 8 preguntas que sobre iglesia y pederastia le hicieron los periodistas, también se negó a responder a otras preguntas específicas sobre la situación en Estados Unidos. Con estos datos nos podemos hacer una idea de lo que el Vaticano piensa de estos problemas y como los piensa abordar. Menos mal que en otras sociedades más libres la verdad está poniendo las cosas en su sitio y allí las pretensiones eclesiales de secretismo serán más difíciles. Desafortunadamente, no es el caso de España.
Rasputin. Valencia. 27 Junio 2002