Son las 10,00 horas de la mañana en Valencia. Una mañana soleada que promete un día caluroso. Las calles del centro están vacías y no se ve a casi nadie circulando por ellas. Hasta Canal 9, la televisión de Zaplana, no retransmite la tertulia matutina, solo películas.
En las puertas de El Corte Inglés se puede ver un copioso dispositivo policial mientras numerosas personas se acumulan para ayudar a los empleados a hacer huelga, si esa es su voluntad, frente al temible departamento de Personal de la entidad. Son los piquetes informativos que desde primeras horas de la mañana circulan por el centro de la ciudad. Sin violencias ni estridencias entonan canciones de ánimo a la huelga general del 20J.
Los niños no han ido hoy al Colegio, están en casa: En los Colegios privados porque no habían autobuses de transporte escolar y en los públicos porque tampoco hay profesores. Las aulas están vacías. También en la Universidad. Tampoco hay taxis. ¡Vaya, unos autónomos que han decidido parar masivamente! Apenas si se ven autobuses de línea, solo quedan los de los servicios mínimos pactados. Y eso que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana tiró abajo el decreto sobre mínimos dictado abusivamente por la Generalidad Valenciana. ¡Menudo varapalo para el Presidente Zaplana y su equipo! La reacción oficial ante la disposición judicial no fue precisamente de esas en las que se acata la decisión de los jueces. Se notó que les sentó como un tiro.
En el lento transcurrir de la mañana se pueden oír los helicópteros policiales sobrevolando el centro. Pasan una y otra vez. No paran. ¿Qué pasa? Si Pío Cabanillas ha dicho a primera hora de la mañana que la huelga general ha fracasado. ¿Para qué tanto despliegue? Algo no cuadra. Informan por la radio que la Ford, bandera industrial de la Comunidad, ha parado. En la Ford solo trabajan los que tienen contratos temporales. Las pocas tiendas que abren están vacías. Nadie entra. Las calles siguen vacías. Los kioscos están cerrados. Es difícil encontrar un periódico. En la calle Las Barcas, el Wall Street valenciano, numerosas oficinas bancarias están cerradas. En la calle La Paz también. Los cajeros automáticos de algunas entidades tienen el cartelito de no funciona. Se nota que no han debido recargarlas.
En el teléfono 963525478 del Ayuntamiento nadie contesta. Insisto, lo mismo.También a varias Consellerías, ninguna contesta. El centro de Valencia está parado. Tan solo El Corte Inglés, baluarte policial, permanece claramente abierto pero sin nadie dentro. Aún tenemos tiempo antes de comer para visitar algún Polígono. Nos vamos al de Vara de Quart. El nuestro. Apenas si hay tráfico, se nota la disminución de coches, al igual que en el corazón de la ciudad. Llegamos. Parece el desierto. Se ven algunos coches aparcados pero todo está cerrado. El Polígono también está parado. Y eso, que en algunas empresas pasaron lista preguntando, el día anterior, uno a uno, si iban a ir a la huelga y en otras las amenazas de despido estuvieron a la orden del día.
Llega el mediodía y con él un bombardeo de noticias oficiales, todas coincidentes en el afirmar del poco éxito de la huelga general. Una vez más, la España oficial y la España real que no coinciden. Me recuerda a las huelgas del franquismo que no existían. ¿Huelga general? Pero, por favor, qué dice Vd., aquí no pasa nada, tan solo unos piquetes violentos que obligan a unas pocas empresas a cerrar pero trabajan dentro con las puertas cerradas. El mismo rollo histórico y eso que han pasado veinticinco años. La España inmortal de Santa Teresa, ilustre epiléptica por cierto, ha vuelto a triunfar sobre los enemigos tradicionales de la patria. ¿De verdad han pasado veinticinco años? Nadie lo diría. La huelga sigue siendo para el gobierno del PP un problema de orden público más que una demostración de protesta de los trabajadores recogida como derecho constitucional. El gobierno del PP no acepta la realidad. La huelga ha sido un éxito en Valencia.
Por si fuera poco, manifestación a las 19,30 horas que arranca de la Plaza de San Agustín y termina frente a la Delegación del Gobierno. Desde alguna hora antes ya hay gente. Poco a poco la plaza se va llenando. La Calle Játiva y aledaños, asi como, la de San Vicente también recogen a muchas personas. En poco rato, a eso de las siete de la tarde, allí ya no cabe un alma. La zona está llena a rebosar. Las previsiones más optimistas se ven desbordadas. Deben haber en torno a unas 200.000 personas. Algunas señoras bien, pititas de las de toda la vida, pasan con mucha prisa como si huyeran de una quema. La manifestación más numerosa de la historia de la democracia en Valencia arranca sin problemas en torno a la hora prevista. En el transcurrir de la manifestación entre cánticos y vítores se puede observar un impresionante dispositivo policial: otra vez helicópteros, perros y antidisturbios. La verdad es que da miedo tanta Policía. ¿Se han echado las masas a la calle violentamente a derrocar al gobierno por la fuerza? Pues no, la manifestación fue absolutamente pacífica, aunque en la cola dicen que se pudieron escuchar gritos de: Policía asesina y la Policía tortura. Pero eso, ya es otra historia.
Rasputin. Valencia. 24 Junio 2002