De los muchísimos partidos, incluso cientos aunque pueda sonar exagerado, que se presentaron a las elecciones del 77, tres eran los favoritos: la UCD de Suarez, AP de Fraga y el PSOE de Felipe Gonzalez. Algunos partidos no fueron legalizados y no pudieron participar en aquellas elecciones, y a otros les censuraron la campaña de publicidad televisiva por cuestionar la forma de Estado.
El ambiente previo a las elecciones estaba movido. Era tenso: ETA, GRAPO y la extrema derecha actuando con intensidad. Una vez más parecía, a los más nostálgicos del régimen anterior, que a los militares con sus ruídos de sables les había llegado la hora de salvar a la patria. El llamado Sevicio de Documentación, los servicios secretos creados por Carrero Blanco, no eran ajenos a esta situación.
Y ganó holgadamente la UCD de Suarez , y los reformistas del franquismo, las elecciones de 1977. El hombre que fuera elegido como sucesor de Arias Navarro por el Rey, de forma inesperada de entre una terna propuesta por el entonces llamado Consejo del Reino, fue el indiscutible vencedor. Una terna era lo que en tiempos de Franco se proponía al dictador para que eligiera un candidato. En la terna siempre iba incluido el que Franco quería elegir obviamente. Suarez en realidad no era mucho más que un – corre-ve-y-dile – del monarca y sus asesores, en especial de Torcuato Fernández Miranda, padre del actual Secretario de Estado para la Inmigración.
Pasados los años, cuando el simpático político del puedo prometer y prometo quiso empezar a pensar por su cuenta el Rey ya no supo como quitárselo de en medio. La ansiedad real de ver a los socialistas en el poder era grande y constituía, al entender del monarca, toda una especie de legitimación democrática de la monarquía. El Duque de Suarez pasó a la historia como un gran político, que tuvo su apogeo con los llamados Pactos de la Moncloa. En su época funcionó el llamado Batallón Vasco Español que hacía el mismo terrorismo de Estado que los GAL y cuyas acciones quedaron impunes. Suarez abandonó la política barrido por las urnas, con otro sustancioso regalo real, además del ducado: 200 millones de pesetas para aliviar su supuestamente delicada situación económica con cargo a los presupuestos del Estado. En cualquier caso, el talante que Suarez trajo a la democracia española, aún siendo un exfalangista de la mismísima Secretaría General del Movimiento, se deterioró tanto con Felipe Gonzalez como con Aznar. Ni Gonzalez dejó, ni Aznar dejará, un aire de libertad semejante al que se respirara con Suarez.
El PP de entonces se llamaba AP: eran los neo-franquistas encabezados por Fraga Iribarne. Trataron de cortacircuitar el proceso democrático pleno poniendo objeciones a la supuesta amplitud democratizadora que se pretendía. No superaron en muchos años el impacto que les causó la desaparición formal del régimen. Ni tan siquiera votaron la Constitución. Era demasiada libertad para ellos. Por aquellas fechas, el joven José María Aznar, hoy Presidente del Gobierno, no andaba lejos de un grupo político llamado Falange Independiente y escribía algunos artículos de armas tomar que quedarían para la posteridad.
La oposición provenía de la – Plataforma Democrática PSOE – y la – Junta Democrática PCE – . El PCE aceptó la monarquía a cambio de su legalización que el PSOE intentó retrasar todo lo que pudo. La legalización del PCE hizo chirriar los engranajes de la apertura a la democracia hasta extremos que hoy resultan irrisorios. No fue ajena a la legalización la impresionante demostración de fuerza popular que tuvo lugar en la manifestación de duelo con motivo del entierro de los abogados laboralistas asesinados por ultraderechistas en Atocha (Madrid). El PCE era, sin duda, el genuino partido de oposición al franquismo por excelencia. El PSOE eran cuatro gatos, eso si, con el apoyo de la Internacional Socialista y su financiación. Los reformistas del franquismo llegaron a chantajear al PSOE para que aceptara sus condiciones con la legalización de otros partidos socialistas como el PSOE – Sector Histórico.
En realidad, la democracia española fue el resultado del pacto que hacía el PSOE con la oligarquía franquista renunciando a la república y al marxismo, entre otras cosas. A partir de entonces el sistema sería cosa de tres: Rey, PP y PSOE. Luego se colarían de rondón, PCE, CiU, PNV y algún otro partido, pese al sistema electoral escogido que potenciaba el bipartidismo y dejaba a los demás cerca de la marginalidad. Como dijera Alfonso XII, antes de morir, a su viuda la Regente madre de un pequeño Alfonso XIII: Guarda tu virtud, y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas. Eso traducido a nuestros días quiere decir: Del PP al PSOE y del PSOE al PP . Una garantía de que las cosas podrían cambiar en las formas pero no en algunos contenidos como quizás algún día, hace ya 25 años, se pudo soñar.
Rasputin. Valencia. 17 Junio 2002