Después del fracaso de su última película por parte de la critica neoyorquina, Woody Allen a sido galardonado con el premio príncipe de Asturias de las artes a toda su carrera, en el mes de octubre viajará hasta Oviedo y recogerá su merecidísimo premio que le será entregado por el Príncipe de Asturias.
Este cineasta nacido en Nueva York en 1935 es una de las figuras más importantes del cine, con obras como Annie Hall (1975), Hanna y sus Hermanas (1986), Manhattan (1979) o Delitos y Faltas (1989).
Empezó como columnista para revistas en los años cincuenta, más tarde escribió para radio y televisión, a principios de los sesenta fue descubierto por el productor Charles K. Feldman cuando Allen trabajaba en nigths clubs como humorista.
Escribió guiones para cine como ¿Qué tal, Pussycat? (Clive Donner 1965) o Play it again (Herbert Ross 1972), conocida como Sueños de un seductor, escrita e interpretada por Allen.
Sus primeras películas como director fueron Lily la tigresa (1966), Toma el dinero y corre (1966) o Bananas (1971) donde el protagonista siempre es un tipo despistado, un antihéroe bufonesco.
Mas tarde, a mediados de los setenta tocaría temas más serios, y su película Annie Hall (1975) ganaría cuatro oscars, mejor guión, dirección, película y actriz principal.
En los años 80 y 90 tiene altibajos, alternando el drama y la comedia y prácticamente a película por año.
Como el drama Interiores (1978) y un año después la comedia Manhattan (1979) donde hace un homenaje a su Nueva York, la que tantas veces a filmado y fotografiado como telón de fondo de sus inquietudes, de sus comedias y tragedias.
Ha dejado y sigue dejando una enorme influencia en la línea de comedia del personaje torpe y desorientado y en la palabra como base de un humor puro y efectivo.
Woody Allen, quizá, casi nunca halla desarrollado una técnica cinematográfica renovadora, ni se le puede considerar un maestro de la expresión puramente visual, él siempre se apoyó en la palabra para la emoción, la carcajada o el llanto.
Lo que sí ha demostrado ser es un excelente escritor que utilizó el medio cinematográfico como vía de comunicación. Nunca una película suya fue una obra cumbre con una técnica definitiva que le catapultase a la altura de Kurosawa, Ford o Welles, quizá nunca tuvo lo que se le llama una obra maestra tal y como se entiende, pero sí todo su legado fílmico es una obra maestra absoluta donde nos enseña con exactitud y dentro de toda su complejidad las relaciones humanas del hombre contemporáneo, las inquietudes de las personas que nos ha tocado vivir este tramo pequeño de la historia, por todo ello, sus obras serán sin duda un documento único y perdurable hasta el fin de la historia.
Vibrissae. Sevilla. 4 Junio 2002.