Un fuerte sentimiento de vergüenza me atravesó, y es que la prensa «libre» española celebró con desmesurado júbilo el golpe de estado, ya frustrado, de la oligarquía venezolana.
Se culminaba así una labor que comenzaba meses atrás con una campaña de descrédito a nivel internacional. A Hugo Chávez le reprochan su condición de militar, le acusan de la pobreza en Venezuela y le critican la forma en que se relaciona con los medios de comunicación. Por partes:
Es sabido por todos que Chávez lideró un golpe de estado que no culminó con éxito, sin embargo, unos años después consiguió la jefatura del estado venezolano en unas elecciones democráticas. Desde entonces han transcurrido tres años, pero en ese tiempo ha sido apoyado en los numerosos referéndum que el gobierno convocó. Precisamente por ello no hay razón para unas elecciones anticipadas.
Le acusan de la pobreza del país. No creo que tres años de gobierno bolivarista sean los causantes de la pobreza de un país tan rico como Venezuela (el tercer productor de petróleo más importante del planeta). Esa pobreza, en todo caso, es reprochable a los que ahora querían recuperar sus privilegios a la fuerza.
Respecto a los medios de comunicación en Venezuela hay que señalar el papel que han tomado. Las cadenas privadas de televisión, no sólo pertenecen a grupos financieros extranjeros, sino que son responsables de haber engañado a la opinión pública mundial. Todo el mundo debe pedir responsabilidades a los medios que se supone que deben informarnos, en lugar de justificar actitudes tan claramente contrarias al talante democrático.
Alguien tiene que darnos explicaciones, y que sean buenas. Por qué nos hicieron creer que en Venezuela no hay democracia. Por qué no se atrevieron a calificar de golpe al golpe. Por que cargaron a Chávez la responsabilidad de unos muertos, victimas de fuego cruzado. Por qué no se habla del petróleo, pero si nos muestran al Hugo más caraokero de Caracas.
Kilobites. Málaga 15 de abril del 2002.