Dos de los mandamientos más importantes del credo neoliberal están siendo vulnerados por sus propios acólitos. Por un lado tenemos la postura norteamericana respecto a los aranceles sobre el acero, que gravará las importaciones.
De otra parte tenemos la suspensión «cautelar» del derecho a la libre circulación ciudadanos (tratado de Schengen) con motivo de las reuniones de ministros europeos.
Respecto al primer punto, apreciamos de parte del gobierno paradigmáticamente liberalizador, una resolución claramente proteccionista. Aunque Asia es la mayor productora mundial, es Europa la región que más volumen de acero exporta a EEUU, y por ello pedirá una serie de compensaciones que tendrá que evaluar la Organización Mundial del Comercio. En este punto quiero hacer homenaje a James Tobin, quien gano el Premio Novel de economía en 1981 y que falleció ayer.
Tobín ideó un polémico impuesto sobre las transacciones financieras internacionales que es reivindicado por movimientos ATTAC contrarios a las formas en que se está mundializando la economía.
Así enganchamos con el segundo, ya que el Gobierno español ha suspendido la libre circulación de ciudadanos comunitarios. Así pues ya no bastará el DNI para entrar en territorio español, sino que se requerirá el pasaporte, cautelarmente, mientras que se celebren «cumbres» europeas en nuestro país.
Estos dos temas pueden aclararnos la diferencia que existe entre la globalización y la mundialización, a la vez que reflejan como estos fenómenos se desarrollan según un marcado oportunismo utilitarista. La primera tiene que ver con la difusión de conocimientos, con la generalización del uso de las nuevas tecnologías y con la movilidad de las personas que conlleva una profundización en el cosmopolitismo y el interculturalismo. Mientras que la mundialización se refiere al proceso por el cual la economía deja de ser una cuestión de mercados nacionales, para convertirse en un asunto mundializado, con la existencia de un único mercado, grande y libre.
Kilobites. Málaga. 12 Marzo 2002.