Mesías – por Juan Miguel de Mora

Tenía que suceder, era inevitable, teológicamente inevitable, lógicamente inevitable. La humanidad tarda siempre en darse cuenta. Y cada ser humano, persona del montón, tarda mucho tiempo en percibirlo, después que los gobernantes ya se enteraron.

Sorprendente es que aún no sea público, reconocido por todos, proclamado en la Plaza de San Pedro (Roma) en Trafalgar Square, (Londres), en la Plaza de la Estrella,(Paris) en la Plaza Roja (Moscú), en la Puerta del Sol (Madrid), en la Grand Place (Bruselas), y en Times Square (Nueva York) o en el Zócalo, (México).

Es sorprendente cómo las cosas más obvias, más a la vista de todo el mundo, tardan tanto tiempo en ser interpretadas, como por ejemplo el Sol o la Luna, que estuvieron a la vista de todos los primates desde que éstos poblaron la Tierra y nadie supo lo que eran hasta mucho, muchísimo tiempo después del primero que los vio.

Y ahí está Jerusalén en Tierra Santa, una tierra sagrada para por lo menos tres religiones de las más importantes del mundo.(Sólo el hinduismo, con sus más de mil millones de fieles, no tiene ningún pito que tocar en esa orquesta.)

Es tan obvio y tan ignorado que da pena. Posiblemente debido a que con tanta tecnología la humanidad se ha vuelto ciega. Pero es el hecho que un nuevo Mesías favorece a nuestra especie con su presencia. Y no se esconde, no se disfraza, no hay pretexto alguno para ignorarlo, ¡pero lo ignoran!

Solamente pensar en un ser de tan inconmensurables cualidades morales nos hace estremecer de emoción y, lo confesamos, humedece nuestros ojos. El amor al prójimo es su línea de conducta; la comprensión para los errores de otros, su bandera; la compasión, su estandarte; la piedad, su enseña; la tolerancia su distintivo; el altruismo su guía; la condescendencia su principio básico; la indulgencia su norma.

Es en la práctica cotidiana un ángel de bondad, una expresión viviente de lo más excelso de la raza humana, un ser que destila amor y buenos sentimientos, alguien que indudablemente cuando quiera ir al cielo lo encontrará abierto, con ángeles, querubines y un coro de santos esperándole.

Sus actos humanitarios constantes hacia los palestinos, su preocupación por las familias árabes de Gaza y Cisjordania, su decisión y firmeza para desobedecer cualquier acuerdo de la ONU que pudiese influir en su línea de conducta, lo hacen un hombre excepcional, digno de los más extraordinarios elogios: se llama Benjamín Netanyahu y tiene a los Estados Unidos en calidad de ayuda de cámara. Sí, el gran país de la banderita con barras y estrellas (el mismo que desmadraron en Viet Nam y arrasó Bagdad) viste y apapacha a Netanyahu y (aunque algunos lo aseguran), no queremos saber si también le baña y le enjabona lo que los cursis llaman “las partes nobles”.

Parafraseando a Winston Churchill diríamos que nunca tantos fueron tan abyectos ante tan pocos (y por tanto tiempo), como los Estados Unidos con los torturadores y asesinos de palestinos.

Tal vez se debe a antiguas afinidades entre el intelecto, no de los judíos (que son gente respetable, inteligente y muy digna de aprecio, como los alemanes cuando no son nazis) sino el de los sionistas que sólo se diferencian de los SS en no usar la cruz gamada. Afinidad entre Wall Street y la eugenesia criminal de los Netanyahu, porque la “limpieza étnica” contra los palestinos (que los nazis copiaron más tarde) la iniciaron los USA. En 1907 el estado de Indiana hizo la primera ley y en 1931 treinta estados tenían esterilización obligatoria y ahorro al lector el horror de más detalles.

Hemos tenido amigos judíos con una amistad que en algunos casos fue entrañable; luchamos primero con la pluma en defensa de los judíos; más tarde con las armas a favor de ellos; y después al lado de ellos contra la Legión Cóndor de Hitler, sus tanques y sus Stukas, en Europa.

Pero los sionistas que gobiernan Israel no admiten qué, mal que les pese y al diablo con su “pueblo elegido”, los niños palestinos y sus familias, a los que ellos asesinan, son tan seres humanos como los niños judíos y sus familias y como los niños gitanos y sus padres que también fueron víctimas del holocausto.

Para el fanatismo sionista atacar o criticar al gobierno de Israel es ser antisemita. He combatido a varios gobiernos mexicanos y no por eso soy antimexicano. Ya existe una Red Judía Anti sionista Internacional; hay muchos judíos anti sionistas que no por eso son antisemitas.

La humanidad debe mucho a los judíos, cierto, quizá más que a cualquier otra variedad de nuestra especie.

Tres judíos han influido, para bien o para mal, pero de manera decisiva, en la historia del mundo: Jesús de Nazaret, Carlos Marx y Alberto Einstein.

Jesús combatía al sionismo con cada una de sus palabras.
Y Marx y Einstein eran anti sionistas declarados.

Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Diciembre 2012.

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