Vatel – por Mari Luz Rodríguez

Titulo original: Vatel
Nacionalidad: Francia/Reino Unido
Año: 2000
Dirección: Roland Joffé
Guión: Jeanne Labrune y Tom Stoppard.
Interpretación: Gérard Depardieu (François Vatel), Uma Thurman (Anne de Montausier), Tim Roth (Marquis de Lauzun), Timothy Spall (Gourville), Julian Glover (Prince de Condé), Julian Sands (Louis XIV)
Música: Varios.

Vatel, es una fábula barroca ideada por Roland Joffé que recrea el mayor banquete de todos los tiempos en una apoteosis de gula y de la monarquía absoluta.

El director Roland Joffé nos trasporta en este film de casi dos horas de duración al mundo mágico y refinado de la corte francesa del rey Luis XIV. La película engloba dos historias en un único film; así inicialmente contemplamos todo el artificio y galería de personas que rodean al monarca y el estilo de vida de la corte y a medida que va avanzando la trama observamos el desarrollo de una historia de amor entre los dos protagonistas principales de la cinta y que corre paralela al desarrollo del argumento central.

Ambientado en la corte de Luis XIV, el filme es una opulenta recreación de los tres últimos días de abril de 1671 en la vida de François Vatel, maestro de ceremonias de su amo, el arruinado y enfermo Príncipe de Condé que recibe el importante encargo de preparar una fastuosa recepción al rey Sol y a todo su séquito de Versalles de 500 cortesanos en el castillo de Chantilly. El éxito en su trabajo puede cambiar la historia de Francia, pues de ello depende que el Príncipe de Condé recupere el favor de su monarca y le otorgue el mando de las tropas francesas en una nueva campaña contra los holandeses. Tres días con sus tres noches que, para el bien de Vatel, deben ser brillantes, perfectos y espectaculares. Vatel es el encargado de diseñar la fiesta más fastuosa jamás conocida, con manjares de ensueño, atracciones, música y fuegos de artificio, con el mayor desfile de medios estéticos y culinarios para rendir tributo a Luis XIV, que durante su estancia en el castillo habrá de decidir si habrá o no guerra con Holanda. El reto supremo de Vatel es agradar al rey con su poder de crear y asombrar y así conseguir el puesto que se merece en la Corte. Al cabo de dos intensas jornadas, la recepción preparada por Vatel, que supervisa cada detalle durante esos días y que sentirá que el destino de Europa está en sus manos, está resultando todo un éxito, y el interés que despierta en el Rey la extraordinaria profesionalidad del maestro de ceremonias (a quien nunca llega a conocer en persona), llega a su resolución cuando se juega en una partida de cartas con su amo el Príncipe de Condé su destino con el fin de arrebatárselo. Así, desde esa gran ilusión, el personaje irá evolucionando a través de sus prodigiosos diseños festivos hasta la más completa desidia y decepción al darse cuenta de que la voluntad del Rey jamás se basará en la meditación, ni tan siquiera en su estado de ánimo, sino en su caprichoso talante. A todo esto hay que añadir que el maestro se enfrenta al hecho de enamorarse de dama de compañía de la reina Anne de Montausier (Uma Thurman) y objeto a su vez de deseo del Marqués de Lauzun y del mismo Rey, quien la elige a ratos caprichosamente como su acompañante. El enamoramiento es recíproco y paulatino entre dos personas atrapadas sin libertad, solas y aisladas en un mundo frívolo en el que no encajan, con lo que Vatel, además de enfrentarse a las presiones del trabajo, también debe hacer frente a los impulsos de su corazón. Vatel acaba dándose cuenta de que no es el amo de lo que hace, es más bien otro sirviente, otro esclavo más a merced de los poderosos, servidumbre esta que no acepta. El motivo principal que mueve al protagonista es el de mantener su dignidad como ser humano dentro de una sociedad rígida y jerarquizada y en la que se da cuenta demasiado tarde de que su única función pasa por prostituir su talento para satisfacer a la Corte, descubrimiento que desencadenará el curso de los acontecimientos, cuando los servicios de Vatel sean apostados y perdidos por su amo en una partida de cartas con el soberano pidiendo este como trofeo a Vatel. Vatel acaba suicidándose porque el rey le quiere alejar de su entorno y vida privándole de su libertad y llevándole a la corte de Versalles porque cree que es una pieza magnífica y única que quiere para su colección. Hay que señalar que Vatel existió en la vida real y que acabó suicidándose porque el pescado no llegó a tiempo. Sin embargo, el filme que nos ocupa no trata de detallar fielmente la vida del mejor cocinero de su época, sino que prefiere retratar un periodo histórico que consagró a la categoría de arte el hedonismo, de este modo la cinta describe y representa como Vatel concebía las fiestas por temas, con menús muy elaborados y puestas en escena grandiosas que encantaban al rey. En medio de todo este frenesí, las cosas se complican para Vatel por las carencias de alimentos y materias primas para elaborar los banquetes, obligándole a usar los recursos con imaginación y vistosidad.

El director Joffé retrata al monarca y a toda su Corte de Versalles como un nutrido grupo de hedonistas empelucados, entregados al arte de no hacer nada, enfatizando el egocentrismo y coquetería de estos y retratándolos anegados en su ocio, gula y vicios. Nos encontramos pues ante una película claramente antimonárquica, contada desde el punto de vista solidario del pueblo llano con una clara crítica a la sociedad absolutista y donde se refleja la ligereza intelectual de la nobleza, sólo preocupada por sus juegos de alcoba y por su imagen en sociedad. Toda esta decadencia moral de la aristocracia es reflejo de un país que se debe a una monarquía absolutista y que contrasta a su vez con el otro nivel social plebeyo que aparece reflejado en la cinta en las cocinas del palacio, barrocas y multitudinarias y en cuyas estancias el maestro de placeres Vatel, recluta a un ejército de hombres y mujeres, cocineros, servidumbre, mensajeros, transportistas, que trabajan a destajo e incesantemente para maravillar y satisfacer los deseos del rey. Una lucha de clases que encuentra su máxima expresión en la secuencia en la que un mozo muere estrangulado accidentalmente durante una de los banquetes realizados en honor a Luis XIV (también llamado Rey Sol), hecho que representa la expresión sintetizada de la muerte silenciosa del pueblo en su obligación de satisfacer a la nobleza.

Gerard Depardieu da vida a Vatel, hombre de fuertes convicciones que alimenta su pasión por el trabajo con la búsqueda de la perfección de su trabajo y que se mueve en un difícil equilibrio entre ambos mundos (el aristocrático y el plebeyo). A una situación anímica semejante entre la lealtad y el amor es en el territorio en el que se mueve el personaje principal femenino de Anne de Montausieur (interpretada por Uma Thurman), una solitaria mujer que se encuentra atrapada entre mantener su lealtad al Rey Sol o en seguir los dictados de sus sentimientos hacia el maestro de ceremonias y que a lo largo de la trama descubrirá que el amor es algo más que dar satisfacción a los demás de modo interesado. En contra, el marqués de Lauzun (interpretado por Tim Roth) representará la cobardía y la mentira de un malvado consejero del Rey, quizá el personaje más arquetípico de la historia, pero no por ello el más débil.

La película está rodada en dos niveles distintos: el piso de arriba, es decir, el poder, los halagos y las fiestas desenfrenadas, donde los temas de más relevancia se deciden por filias y fobias absurdas; y por otro lado, los sótanos, en los que sirvientes y proveedores pasan grandes apuros económicos y donde algunos de ellos dan incluso su vida a cambio de proporcionar al monarca las más extravagantes diversiones. Toda la cinta tiene una crítica a esa moral decadente de la alta nobleza que llevó años más tarde a la Revolución Francesa, pues mientras los nobles viven a expensas de las clases bajas, estas han de sufrir el hambre y la pobreza con la única recompensa de sentirse honrados por servir a sus señores, por lo que la cinta refleja los dos extremos, de la pobreza a la degeneración barroca. Coexisten además en el film perfectamente dos historias que enriquecen y aportan nuevas informaciones y emociones. Por un lado, la historia de amor imposible entre Vatel y Anne de Montausieur, por otro, el trato del cocinero a todos sus empleados, a los que, a su pesar, no puede pagar, y que crean un marcado contraste con la corte.

Joffé logra un filme interesante, que exhibe un estilismo cuidado hasta el extremo, un canto a la libertad bajo una estética barroca y preciosista. Vatel, supuso para el director Joffé su tercer drama de época junto a La misión y La letra escarlata. La película fue la encargada de abrir el festival de Cannes del año 2000 y fue recibida con frialdad y en medio de una absurda polémica porque veíamos a Vatel hablando en el idioma sajón y no en francés como debía de ser. Antes de confirmarse como cineasta, Roland Joffé (Londres, 1945) fue uno de los fundadores del grupo “Young Vic”, actividad que combinaba con la realización de documentales y piezas dramáticas para la televisión. Con 39 años dirigió su notable ópera prima, Los gritos del silencio (1984), que le valió una nominación al Oscar como mejor director. Dos años después, recibió la Palma de Oro en Cannes por una de sus obras maestras La misión que le valió su segunda nominación a los Oscar. Otros trabajos por los que ha recibido el reconocimiento internacional, sin alcanzar la calidad de sus primeras obras, son La ciudad de la alegría (1992), La letra escarlata (1995) y Goodbye Lover (1999). Actualmente Joffé está rodando en territorio español la controvertida película basada en la vida del fundador del Opus Dei, José María Escrivá, titulada There Be Dragons. Los que somos admiradores del arte y meticulosidad de este director estaremos esperando ansiosamente el estreno de su nuevo film.

En Vatel cabe destacar toda su factura técnica, así el director vuelve a colaborar por cuarta vez con el maestro de la música Ennio Morricone, para impregnar la cinta de una atmósfera llena de vitalidad, sexualidad y vigor, con un buen soundtrack barroco con cantos corales mezclados con música de la época en forma de espectáculos para el Rey; más que destacable es su cuidada y minuciosa dirección artística reflejando a la perfección el lujo y derroche real y que corre a cargo de Jena Rabasse que recibió una nominación a los Oscar, así como el logrado vestuario que refleja a la perfección el espíritu afrancesado de la época en que está ambientada la película. La película rebosa de una luminosa fotografía que corre a cargo de Robert Fraisse que se ha preocupado por llenar de tonos verdes las bambalinas del espectáculo, esas interminables cocinas y salas de almacenamiento, conectadas por pasillos oscuros, donde circulan los sirvientes, mientras en los ambientes de aristocracia predomina el rojo. A todo esto hay que sumarle unas notables interpretaciones encabezadas por el trío de ases protagonista que da el mayor juego a la película, Gerard Depardieu encargado de encarnar al reputado cocinero François Vatel, Uma Thurman dando vida a la anhelada Anne de Montausier, y Tim Roth interpretando al mezquino marqués de Lauzun.

En resumen, se trata de una película injustamente olvidada que pasó por nuestro país sin pena ni gloria y que merece la pena ver, no sólo como mera experiencia visualmente deliciosa sino también como mega producción histórica, con elementos de triángulo pasional, intriga política y suspense gastronómico y con una fuerte carga de crítica social a los excesos de una época que le da profundidad a su argumento. El film de Joffé logra combinar las intrigas de palacio y el drama amoroso con una deslumbrante puesta en escena, que nos mete de lleno en lo que debieron de ser los fastos de la época del Rey Sol en una película ambientada en el siglo XVII y cuyo hilo visual es el montaje de elegantes e imaginativos espectáculos con una trama documentada con personajes reales que forma parte del anecdotario histórico. La majestuosidad de lo que se prepara para el Rey se desborda ante nuestros ojos, con escenografías para el Rey y para nuestro deleite, y con una cinematografía impecable. En definitiva, Vatel es una obra que devuelve al cine su valor de elemento agrupador de miles de aspectos artísticos, todos y cada uno de ellos llevados a su expresión más minuciosa y perfecta. Un filme para descubrir y sorprenderse con cada fotograma. La película acaba con una voz en off narrándonos que Madame de Montausier acaba desapareciendo de la corte y nunca más se volvió a saber de ella, destrozada por la muerte de Vatel quien le deja una nota explicándole el motivo de su suicidio.

Mari Luz Rodríguez García. Avilés, Asturias.
Colaboradora, El Inconformista Digital.